¡Elige tu propia estrella!*
- Perdita Moon
- 8 jul 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 19 ago 2022
¿Azul, grande y masiva? ¿Pequeña, roja y de baja masa? ¿Algo entremedias? Elige tu favorita, y observa cómo cambia con el tiempo.
*Esta serie de entradas son un homenaje a la serie de libros Elige tu propia aventura, que tan buenos ratos depararon a mi alter-ego terrícola en su juventud.


Tamaño relativo de una enana roja, una estrella de tipo solar, una estrella gigante azul y una supergigante azul. Crédito: ESO/M. Kornmesser
Hoy te apetece darte un capricho, así que has decidido adoptar una estrella. ¿Pero cuál escoger? El escaparate muestra tal variedad que es difícil tomar una decisión. Hay estrellas de muchos tamaños y colores. Rojas, azules, blancas, amarillas. Pequeñas, medianas, grandes y extragrandes. Y muchas posibles combinaciones.
Vale, pensemos un poco en tus necesidades. Quieres una estrella que dure algún tiempo, ¿no es así? Eso restringe un poco las opciones.
También quieres que sea una estrella plenamente funcional. No te apetece esperar unos cuantos millones de años hasta que se encienda su núcleo de hidrógeno.
Entonces, lo que te interesa es una de estas estrellas, llamadas “de Secuencia Principal” (ya hablaremos del origen de ese extraño nombre otro día): Se trata de estrellas completamente formadas, que se han estabilizado y apenas experimentan cambios de tamaño, masa, brillo o temperatura durante bastante tiempo. Esto se consigue gracias a un delicado equilibrio entre la gravedad –que las mantiene unidas– y la presión ejercida por la enorme cantidad de luz producida en su interior –que empuja hacia afuera, impidiendo el colapso.
Por suerte, no hay escasez de estas estrellas en nuestra Galaxia hoy en día. En realidad, más del 90% de las estrellas de la Vía Láctea pertenecen a esta categoría.
No te agobies... En términos de crianza, podemos reducir todas estas estrellas a tres o cuatro tipos básicos. Deja que te los muestre.
Una estrella parecida al Sol

Una enana amarilla como el Sol. Crédito: Merikanto (via Wikimedia Commons)
En primer lugar, tenemos una estrella muy similar al Sol. Aquí la tienes: Amarillenta, no muy grande, pero tampoco demasiado pequeña, con una temperatura superficial de unos 5.500 grados centígrados.
Esta estrella no experimentará grandes cambios durante diez mil millones de años. Es una buena opción si quieres probar a criar algunas formas de vida, ya que dispones de mucho tiempo para experimentar y evolucionar.
(Por favor, ten en cuenta que los planetas se venden por separado)
Una enana roja

Una enana roja. Crédito: Merikanto (vía Wikimedia Commons)
Si te interesa una estrella realmente duradera, prueba con una enana roja. Es pequeña y fría (con una temperatura por debajo de los 3.300 grados centígrados), pero vivirá billones de años. No es la estrella que está más de moda ahora mismo, pero sin duda es la más fiable.
Esta estrella tiene una masa muy baja (menos del 25% de la masa del Sol) y es muy poco luminosa. Por ello, pese a ser el tipo de estrella más abundante, no se ven tantas enanas rojas por ahí como cabría esperar.
Una gigante o supergigante azul

Una gigante azul. Crédito: Merikanto (vía Wikimedia Commons)
Aunque, si lo que estás buscando es algo realmente exclusivo, deberías escoger una gigante o supergigante azul. Cierto, estas estrellas no vivirán por mucho tiempo (solo unos pocos millones de años), pero ¿no son maravillosas, con ese brillo azulado y ese enorme tamaño? Pueden ser diez veces mayores que el Sol y pesar varias centenas más, en los casos más extremos.
¿Demasiado para ti? Entonces, permíteme sugerirte ésta de aquí, de unas diez masas solares, o esta otra, de treinta masas solares, aproximadamente.
Ahora bien, ten cuidado cuando las manipules: ¡Están muy pero que muy calientes! Varias decenas de grados, de hecho. Por no hablar de sus rápidos vientos. ¡Mejor no te pongas delante después de una visita a la peluquería!
Así que, ¿qué estrella prefieres? ¡Elige una y sigue leyendo!
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